lunes, 16 de marzo de 2009

Anecdotario: El corazón de las cartas

En Yu-gi-oh hay momentos entrañables, momentos para olvidar y momentos épicos. Pero pocos llegan al nivel que se vió en una tarde de sábado en Alita Cómics. Se disputaba un torneo con gran expectación por parte de los participantes y el público (sí, de aquella venía gente a mirar, ¡la locura!), no por los premios, sino porque estaba en juego un récord de imbatibilidad en duelos ostentado por un servidor (con cierta suerte como comentaré en la siguiente entrada) de seis meses que posteriormente llegaría hasta algo más de un año.

Con un poco de habilidad accedí a la final y me dispuse a ver la otra, en la que se enfrentabas dos de los más grandes que han tocado este juego en A Coruña: Sabbo, El Cazador de BlogHunter, original y suicida donde los haya, y Kageshira, un innovador en estrategias de ataque y poseedor de la mejor baraja en poder individual de cartas del momento. No recuerdo exactamente en qué partida del duelo sucedió pero lo importante, como dije en el anterior post, es el concepto.

Kageshira, que es un tipo que los tiene cuadrados aunque lo disimule con corrección y buen rollo, había logrado invocar y mantener sobre el campo a los siguientes muchachotes:

- Jinzo (aunque el del dibujo es su primo el estreñío).
- Dark Paladin.
- Black Luster Soldier - Envoy of the Beginning.

Una recua de maromos que juntos deberían ser prácticamente invencibles, sellando las magias, las trampas y casi cualquier monstruo. Sí, podrían echarte un Exiled Force o un topo de esos, pero luego... ¡Zas! En toda la boca. Sabbo por su parte acababa de invocar un monstruo de tributo boca abajo en defensa. La lógica decía que Kageshira debía de remover al monstruo con el Envoy y atacar con el resto para liquidar la partida, pero a Sabbo le quedaba suficiente para resistir los 5000 y pico que le iban a caer. Sin embargo el segundo ataque del Envoy combinado con el resto de sus amigos lo mataría sin remedio. Poneros además en el sitio de Kageshira: tenía el campo controlado, lo más seguro era que el monstruo de Sabbo fuese una Esfinge, y la gente no paraba de animar a un ataque espectacular. Sabbo aprovechaba para poner cara de circunstancias, lo que hizo que Kageshira finalmente atacase con el Envoy...

No estaba preparado para lo que allí se escondía. Sus pesadillas de infancia, sus fracasos, sus demonios ancestrales de ocultaban boca abajo y dándose la vuelta en la fase de daño se convirtieron en... Hade-Hane. Un monstruo repudiado, que nadie usaría a día de hoy (y ni entonces seguramente), pero que le dió la partida a Sabbo devolviendo a las 3 bestias a la mano de Kageshira y dejándolo a merced del contraataque de su rival. La ola de moral se puso del lado de Sabbo y Kageshira inauguró una leyenda de mala suerte que aún a día de hoy le persigue.

Pero ninguno de los que estábamos allí olvidaremos como un tapado, un Rocky Balboa de las cartas, un maldito Hade-Hane acabó con 3 de los mejores monstruos que había en aquel torneo y le dio a su dueño (que puso su confianza, inteligencia y picardía en él) el pase a la ansiada final.

1 comentario:

Ron Fuego dijo...

Y entonces, ZAS!! pierdes inconmensurablemente. Una putada lo de Kageshira, si alguien tiene derecho a cagarse en dios es el sin duda.

Y como no, Hade-Hane se merece todos nuestros respetos, y espero que a partir de ahora tb se merezca los vuestros.